Las noticias que nos vienen de nuestros vecinos europeos nos hablan de un incremento sustancial de las cifras de personas enfermas y también del número de fallecidos por sarampión. El brote parece cada vez más difícil de controlar, puesto que la diseminación entre personas que no están vacunadas (o no correctamente) es elevada debido a las características del virus, que es muy contagioso.
¿Qué es el sarampión?
El sarampión es una enfermedad infecciosa causada por un virus. El reservorio es el ser humano, de forma que la transmisión se produce de persona a persona, por las secreciones respiratorias. El periodo de incubación dura unos 10-14 días. Empieza a ser contagioso en el periodo en los días previos a la aparición de las lesionesde la piel (de forma que se empieza a contagiar antes de que sea evidente) y persiste la contagiosidad hasta 4-5 días después de brotar el exantema característico. La inmunidad es duradera, por lo cual el sarampión sólo se pasa una vez en la vida.
Aunque hay quién niega la enfermedad o la pone en el “paquete” de enfermedades leves, la realidad es que es una infección que puede ser mortal y no exenta de complicaciones como neumonía o encefalitis o a medio plazo la terrible encefalomielitis diseminada aguda.
¿Cuál es la situación actual en Europa?
La OMS acaba de lanzar una nota en la que indica que estamos en cifras récord de número de casos de sarampión en Europa, habiendo llegado a los 41.000 casos declarados en los primeros 6 meses del año 2018, lo que supone la cifra más alta -comparando con reportes anuales y no semestrales- de los últimos años. Además se han reportado 37 fallecimientos debidos a la enfermedad.
Aunque muchos de los casos se están produciendo en países del este, vecinos de Rusia como Ucrania o Georgia, las cifras de algunos de nuestros vecinos más cercanos como Italia, Francia o Grecia también son destacables.
¿A qué se debe este gran brote de sarampión?
La causa del brote y la solución del mismo debemos buscarla en la vacunación. La caída en las cifras de cobertura vacunal es la explicación de la aparición y diseminación de la enfermedad frente a la que había planes de erradicación.
Las causas de la no vacunación son variadas: en algunos países, los conflictos bélicos, la situación geopolítica y la insuficiente información pueden ser motivos probables. En nuestro medio, lamentablemente las malas decisiones tomadas por las familias aumentan el colectivo de niños no vacunados y susceptibles de enfermar.
La vacuna del sarampión es el paradigma de vacuna que crea inmunidad de grupo. La inmunidad de grupo es el fenómeno por el cual la vacunación de la mayoría de la población (se estima entorno a un 95%) protege de la entrada en la comunidad de la infección y de su diseminación. Esta protección que ofrece el grupo es fundamental para personas enfermas y que tienen sus defensas mermadas y para los niños más pequeños, que por edad todavía no han podido ser vacunados.
La vacuna del sarampión
La vacunación contra el sarampión se administra mediante la vacuna triple vírica, que es muy eficaz y de la cual se administran 2 dosis: una a los 12 meses y otra a los 3-4 años.
La vacuna triple vírica consta de protección frente a 3 virus: sarampión, rubeola y parotiditis. No se recomienda administrar hasta los 12 meses porque antes de esa edad, la reacción inmune es pobre y no va a proteger de forma adecuada.
Hasta los 5-6 meses, el bebé estará protegido con los anticuerpos maternos si la mamá pasó la enfermedad o fue vacunada. A partir de los 9 meses, en situación de brote en la comunidad, es posible poner una primera dosis al bebé. Si es necesario poner esta dosis previa a la edad habitual de vacunación, en el momento de vacunar deberemos empezar de cero, como si no la hubiéramos puesto.
La vacuna triple vírica es una de las vacunas que causa más recelos entre los grupos de antivacunas. Quizá porque es la vacuna que estuvo envuelta en la farsa del autismo de Wakefield o porque es una vacuna de virus vivos y tiene más tendencia a generar reacción vacunal que otras vacunas.
¿Cuál es la situación en nuestro medio?
Las cifras de cobertura vacunal en nuestro medio son aceptablemente buenas si nos comparamos con nuestros vecinos. Pero si observamos la imagen, vemos que la cobertura de la segunda dosis de vacuna, necesaria para tener un buen desarrollo de anticuerpos ha disminuido en nuestro país (hemos “perdido” el color azul en el 2017 para la segunda dosis). Así que conviene no bajar la guardia, puesto que la disminución sutil de las coberturas vacunales nos hace susceptibles a los brotes.
Hace unas semanas, la administración recomendó vacunar a los bebés a partir de 9 meses que tuvieran que viajar a zonas europeas de riesgo. Veremos si en unos meses no tenemos que adoptar esta medida de forma más generalizada para los bebés.
Reflexión final…
Se me ocurren muchas, pero quizá la principal es pensar en que esta situación parece de tontos: vivir en una parte del planeta rica en recursos, con acceso a la sanidad y donde sabemos a la perfección los ciclos de las enfermedades y su forma de combatirlas, y sin embargo ponerse en riesgo de enfermar y morir por una enfermedad prevenible.
Solamente en mi ciudad, Barcelona, se acaban de hacer públicas unas cifras que dan para pensar: 3000 niños no están vacunados por decisión familiar. Si las cifras siguen aumentando, se nos irá de las manos.
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