Con una de mis mejores amigas un día nos reíamos (a toro pasado, claro) del momento más sexy de toda mujer: el postparto. Te duele todo por arriba y por abajo, sangras, estás tan cansada de no dormir que ya no piensas con claridad, las hormonas están revolucionadas y dejas de saber si realmente eres feliz por tener por fin a tu hijo contigo o eres una desgraciada encadenada a un nenuco llorón que nunca más tendrá libertad ni siquiera para cortarse las uñas de los pies.
He leído recientemente un post en un interesante blog sobre la depresión postparto o los sentimientos de tristeza que se dan en el puerperio donde dan algunos consejos a los padres, para que alivien un poco esa época de su mujer (y no se la tengan en cuenta). A pesar de los cambios hormonales, estoy convencida de que la falta de sueño es el principal ingrediente de los sentimientos negativos. Yo experimento unos sentimientos muy similares al postparto después de una mala guardia, con la diferencia de que puedo recuperar el sueño más o menos, y cuando tienes un bebé pequeño no te queda más remedio que seguir al pie del cañón 24 horas al día, 7 días a la semana. Es como estar de guardia contínua, además con la sensación de no ver el final del túnel: te piensas que tu vida en adelante siempre va a ser así. Tras un parto difícil o una cesárea, que es una intervención quirúrgica, casi de inmediato tienes que atender a tu pequeño. Habitualmente tras una operación (diferente de la cesárea) a las personas se les suelen conceder ciertas licencias para que descansen y se recuperen. Con un recién nacido no tienes esta opción. Las visitas de los recién nacidos en Urgencias casi siempre tienen que ver con problemas de puericultura. A veces ni siquiera son problemas sinó más bien dudas existenciales que a uno le asaltan cuando de repente, tienes una gran responsabilidad entre tus brazos. Las mamás recién paridas me dan mucha ternura, me solidarizo con ellas. Generalmente vienen ojerosas, con una coleta mal hecha y la primera ropa que han pillado (que ya no queda tan mona cuando ya no estás embarazada), abrumadas por el pecho, el llanto, el peso, las cacas….Siempre me ha sorprendido (me pregunto ¿cómo lo hacen?) ver la otra -poco habitual- cara de la moneda: esas otras recién paridas que se recuperan tan rápida y milagrosamente y que vienen enfundadas en sus estrechos tejanos, bien peinadas, maquilladas y enjoyadas. Todo hay que decirlo, que estas últimas casi siempre han tenido un parto corto y con pocas complicaciones, casi nunca dan el pecho y tienen bebés súúúúper tranquilos. Seguro que en estos casos la tormenta hormonal ¡ha pasado de largo!Os adjunto un gráfico del libro que os recomendé el otro día, «El niño feliz». Refleja como la combinación del temperamento de la madre y del niño hacen que las primeras semanas sean más o menos fáciles
No pudiste haber sido mas sabia en tus comentarios. Todos esos que apuntas los vivi yo con cada embarazo….
Mis dos cesareas me dan toda la capacidad de decirte, que no conozco fuerza humana (solo la
Divina ) que te permita atender a un bebe de horas de nacido, luego de haber sido operada 12 horas antes para sacartelo de la panza, con unas cuantas horas de suenno y toda la debilidad que una operacion implica. Los hombres?? Creo que ni se imaginan lo que eso significa. Mi marido, que es un hombre maravilloso, se echo al hombro la responsabilidad de la casa en las dos oportunidades, asi que a mi me toco ver por mi y mi bebe en las dos cesareas, siendo su tarea cumplir con las cosas del hogar, y en el segundo parto, atendiendo al mayor.
Y lo peor del caso, es que el cansancio no se quita asi no mas…yo llevo ya seis annos y medio desde mi primer parto, y creo que aunque he mejorado, jamas volvere a tener las mismas energias de antes!!!